Francisco llamó a que “los hombres manden al capital y no el capital a los hombres”. Hace un año y medio había recibido a las máximas autoridades del sector de Argentina y del Mundo, con quienes se había comprometido a apoyar el desarrollo de este tipo de empresas.
El Papa alentó a las cooperativas a que se conviertan “en el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y de la sociedad civil” y les pidió que “piensen especialmente en los jóvenes y tantas mujeres que necesitan entrar en el mundo del trabajo, o a los adultos que pierden el empleo”.
De esa manera contrapuso a este tipo de empresas con otras que responden a la lógica económica predominante: “Hay quien ofrece 11 horas de trabajo al día por 600 euros al mes. Y si no te gusta, te dicen que te vayas a casa. Esto es lo que pasa en este mundo, donde si no aceptás otro lo hará. El hambre hace que se acepten también trabajos en negro, como todo el personal doméstico. ¿Cuántos de ellos tienen garantizada la jubilación?”
En esa dirección, les dijo a representantes de la Confederación de cooperativas italianas (ConfCooperative) que deben encontrar “formas, métodos e instrumentos para combatir esta cultura del descarte, cultivada por los poderes que manejan las políticas económicas-financieras del mundo globalizado”.
Francisco cuestionó en consecuencia a “un cierto liberalismo que cree que necesario primero producir riqueza, no importa cómo, para después promover alguna política redistributiva por parte del Estado”. En cambio, sostuvo, deben existir fuertes vínculos entre “la economía, la justicia social y la dignidad de las personas.
Además, instó al movimiento cooperativo a “ejercitar un rol importante para apoyar, facilitar y también dar ánimo a la vida de las familias” y a buscar soluciones para “la armonización entre trabajo y familia”. Finalmente, consideró que “el dinero es el estiércol del diablo” y que “en una cooperativa auténtica, verdadera, no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital”.
“Solidaridad es una palabra clave”
A fines de 2013, el Papa Francisco ya había elogiado al sistema cooperativo como modelo para construir una economía solidaria. Fue pocas semanas después de que recibiera la visita del presidente de Cooperar, Ariel Guarco, y de la titular de la Alianza Cooperativa Internacional, Pauline Green.
En aquella oportunidad, la máxima autoridad de la Iglesia Católica manifestó que las cooperativas, en tiempos de crisis, reducen su margen de beneficio a cambio de mantener los puestos de trabajo y criticó a los llamados mercados, para los que solidaridad “es casi una palabrota”.
“La Doctrina Social (de la Iglesia) no tolera que los beneficios sean de quien produce y la cuestión social se deje al Estado y a las acciones de asistencia y voluntariado. Es por esto que la solidaridad es una palabra clave de la Doctrina Social”, recordó.
Tras la reunión con el Papa, Guarco coincidió con la esperanza que significa el cooperativismo en el marco de la crisis global, al mismo tiempo que ratificó como prioridad la defensa de una mejor calidad de vida para todas las personas. “Esto es lo que defendemos quienes hemos adoptado el cooperativismo como forma de vida, a la vez que sostenemos que la búsqueda de una sociedad más justa y más equitativa va en línea directa con lo que plantea el Evangelio”, señaló el presidente de Cooperar.