Desde Cooperar, Confederación Cooperativa de la República Argentina, opinamos que, en acuerdo a lo expresado en la Declaración de Kigalli, aprobada por la Asamblea de la ACI de 2019, desde la ACI debemos promover un Programa de Acción Cooperativa para la Paz Positiva, en el marco de lo conceptualmente desarrollado por Claudia Sanchez Bajo durante la sesión.
Dicho programa debería comenzar por un inteligente esfuerzo de comunicación, señalando las potencialidades de la Identidad Cooperativa para la construcción de paz positiva.
Como expresa A. Guarco en su libro Principios Cooperativos en Acción, en el capítulo Las cooperativas como capital social para la paz positiva, “la capacidad que tiene una sociedad para prevenir la violencia, mitigar sus consecuencias o encarar un proceso de reconstrucción posterior al conflicto está directamente relacionada con la existencia de relaciones sociales basadas en la confianza y en los comportamientos de cooperación y reciprocidad, es decir, de capital social. Las cooperativas contribuyen en forma significativa a la dotación del capital social que se requiere para lograr la paz positiva. Son la mejor expresión de la sociedad civil organizada en base a la cooperación y la reciprocidad, con el agregado de que son organizaciones focalizadas en el desarrollo económico. Es decir, las cooperativas operan en forma directa sobre uno de los puntos neurálgicos de la violencia estructural: la desigualdad económica”.
En este punto, nos parece importante destacar la potencia de algunos de los principios cooperativos para construir paz positiva, lo que debería ser señalado en los documentos interpretativos de estos principios. Por ejemplo, y nuevamente extraído de Principios Cooperativos en Acción:
“Primer principio. Este principio sintetiza gran parte de la potencia de las cooperativas para lograr la paz positiva. Se trata de empresas orientadas a satisfacer necesidades económicas, sociales o culturales, pero que para hacerlo se organizan en forma abierta, sin ningún tipo de discriminación. Las personas se unen según sus necesidades y no pueden cerrar sus puertas a los que tienen las mismas necesidades, en la medida que asuman también las mismas responsabilidades. Al trabajar en base a las necesidades de las personas y hacerlo en forma abierta, las cooperativas son claramente más eficaces en términos de paz positiva que aquellas empresas que trabajan en función del beneficio de una minoría que aporta capital, con una lógica cerrada al interés de esa minoría.
Segundo principio. Este principio es extraordinariamente útil para resolver conflictos y para que todos perciban que las decisiones son legítimas. Las sociedades que tienen un andamiaje sólido para superar conflictos son aquellas que han acordado el voto igualitario de todos sus miembros adultos, sin proscripciones de ningún tipo, como mecanismo institucional para resolver las diferencias. Cuando esto falla, o cuando no existe, las posibilidades de un conflicto violento están al acecho.
El cooperativismo lleva este mecanismo a la gestión de las empresas. Las cooperativas son un modelo de organización de la sociedad civil capaz de resolver sus conflictos internos en forma legítima, porque lo hacen en forma democrática. Llevan la democracia, mecanismo institucional fundamental para la paz, al terreno de la economía; esto es, al terreno en donde se generan gran parte de las desigualdades que terminan provocando los conflictos”.
Posibles componentes de un Programa de Acción Cooperativa para la Paz Positiva.
De las ponencias presentadas en la sesión, surgen elementos muy interesantes para pensarlos como parte de los esfuerzos de ACI hacia la Paz Positiva. En particular
Cooperativas para la inserción socio laboral en situaciones de postconflictos
La experiencia colombiana, presentada por María Eugenia Perez Zea, es muy ilustrativa de las potencialidades del cooperativismo como parte de los procesos de reconstrucción en post conflicto. En particular la experiencia de Ecomun (Cooperativa de Economía Social del Común), promoviendo la inserción de ex combatientes en programas de desarrollo cooperativo en diversas áreas de actividad.
Estas experiencias pueden formar parte de acciones de cooperación internacional, que permiten acercar soluciones concretas en situaciones de post conflicto y también, en igual sentido, para personas que han tenido que migrar en forma forzada.
Otros antecedentes importantes en igual sentido son los incorporados en el informe “Cooperative and Peace: strengthe Democracy, Partipation and Trust. A Case Study Approach”, elaborado por Cooperativas de Europa (2019).
Construcción de capital social para responder a catástrofes
Entendiendo que en el contexto del cambio climático se incrementarán las situaciones de desastre o catástrofe que deberá enfrentar la humanidad, y que de no ser correctamente atendidas agravarán las condiciones favorables a la violencia, nos parece muy adecuada la propuesta presentada por Mijung Jung en la sesión, de promover desde el movimiento cooperativo la construcción de capital social para responder a desastres.
En dicho sentido nos parece muy valiosa la experiencia desarrollada en Corea por I-Coop, así como la propia existencia del Asia Pacific Alliance for Disaster Management, como antecedente para desarrollar un programa con esta orientación en las distintas regionales de la ACI, en el marco de los esfuerzos cooperativos por la Paz.
Violencia de Género
Los esfuerzos por la Paz del movimiento cooperativo pueden focalizarse en las muy diversas expresiones de violencia que atraviesan nuestras sociedades. En dicho sentido nos parece muy adecuada la incorporación, por parte de Malena Riudanvets, del tema violencia de género en el ámbito laboral, a partir de la experiencia de Coceta en España.
Entendemos que este tema, la violencia de género, debe ser un eje de trabajo transversal para todo tipo de cooperativas, y en dicho sentido hacemos el aporte, desde Cooperar, de nuestra experiencia en el Pacto Cooperativo contra la Violencia de Género (donde las cooperativas y sus organizaciones asumen compromisos específicos en este sentido) y en el diseño de Protocolos de actuación en casos de discriminación, acoso y violencia de género.
Por otro lado, como se expresó en la Sesión, nos parece central el aporte de la mujer, tanto en su carácter de principales víctimas de todo tipo de violencia, como en su papel de liderazgo en las tareas construcción de la paz.
Otros componentes de un Plan de Acción Cooperativo para la Paz Positiva.
Más allá de estos temas, tratados en la sesión, desde Cooperar entendemos que otros aspectos podrían ser incorporados como parte de los esfuerzos de las cooperativas direccionados a la Paz, en particular los siguientes (extraídos de Principios Cooperativos en Acción):
La paz cooperativa como valor
Nosotros creemos que la paz debe ser incorporada como uno de los valores esenciales. Debe quedar claro que la resolución de conflictos a través de la violencia es contraria a nuestros fundamentos éticos.
En las Notas de orientación para los principios cooperativos publicadas por la ACI en 2015, se incluye a la paz como parte del compromiso con la comunidad: “Al igual que la OIT, las cooperativas reconocen que una paz duradera solo puede construirse sobre la justicia social y que la paz duradera es el requisito previo para el desarrollo sostenible de las comunidades a nivel local, nacional, regional y mundial (…). Las cooperativas deberán asegurarse de que su compromiso con el desarrollo sostenible de sus comunidades incluye el compromiso de trabajar para lograr la paz y la justicia social y promoverlas” (p. 95).
Entendemos que el cooperativismo debe profundizar esta línea conceptual. Compartimos las siguientes propuestas para su debate:
1º) Incorporar a la PAZ como VALOR cooperativo. Se funda en la propuesta del Congreso Argentino de las Cooperativas 1989 y en la presente revisión, ratificación y ampliación de fundamentos en virtud del Congreso de Seúl, y en los Congresos ACI (Glasgow 1913) y ACI (Notas de Orientación 2015)
2º) Incorporar la CONDUCTA PACIFICA como PRINCIPIO COOPERATIVO, ya que todo valor debe tener su correlativa «pauta para juzgar comportamientos y tomar decisiones» (ACI 1995). El principio así enunciado y propuesto, es regla y pauta de conducta para le entidad cooperativa y sus asociados, como rasgo notorio y consagrado que debe forma parte de la enseñanza cooperativa.
Educar para cooperar es educar para la paz
Hablar de paz y educar para el individualismo es una contradicción. Cooperar es siempre más sofisticado, más complejo y requiere mayor desarrollo de nuestras capacidades que la defensa primitiva y cerrada de nuestros intereses más inmediatos. No hay paz en una comunidad que no ha sido educada para cooperar.
Si para competir debemos estar entrenados, mucho más debemos estarlo para cooperar. Como individuos debemos tener herramientas emocionales para hacerlo. Como sociedad necesitamos capital social para lograrlo. Nada de esto es espontáneo. Hay que ejercitarlo, construirlo.
Educar para cooperar es ir contra la corriente, contra el mensaje hegemónico del consumismo y el individualismo, contra la exaltación de la competencia como principio ordenador de las jerarquías sociales.
Los cooperativistas debemos tener un rol activo en este sentido. Debemos trabajar junto con universidades, autoridades educativas y organizaciones no gubernamentales vinculadas a la educación para que efectivamente se eduque para cooperar, que es educar para la paz. Esto, por supuesto, incluye formar a los niños y jóvenes en las herramientas del cooperativismo, para que sepan que cooperando también se construye economía. Pero no se agota allí. La capacidad de cooperar debe ser un músculo entrenado para cualquier actividad humana.
Integración cooperativa de refugiados
Como señalara el informe del Secretario General de Naciones Unidas (2019), estamos viviendo la peor crisis de refugiados desde la segunda guerra mundial. Las cooperativas, como también se informó a la Asamblea de la ONU, han sabido dar respuestas concretas para reinsertar social y económicamente a los hombres y mujeres que han sido expulsados por violencia directa o por violencia económica.
A partir de un mayor compromiso de los organismos de integración cooperativa nacionales y regionales, y con la articulación que propicia la ACI, debemos multiplicar nuestra contribución frente a la crisis de los refugiados. Debemos demostrar que la mejor forma de cooperación internacional frente esta situación es dotar a quienes la padecen de espacios para insertarse social y económicamente a partir de la ayuda mutua y de los modelos empresarios centrados en las personas. Este es un desafío que puede ser compartido en forma abierta y democrática, de acuerdo con los principios cooperativos, por las comunidades que reciben a las familias desplazadas.
Comercio cooperativo para la paz
Según la Organización Mundial del Comercio (OMC, 2020), “la apertura de los mercados nacionales al comercio internacional, con excepciones justificables o con la flexibilidad adecuada, fomentará y favorecerá el desarrollo sostenible, mejorará el bien- estar de las personas, reducirá la pobreza y promoverá la paz y la estabilidad”. El argumento es que las relaciones comerciales sólidas implican una mayor interdependencia y esta interdependencia crea solidaridad.
Esta visión optimista del comercio choca a menudo con la realidad de los intereses económicos que lucran con la violencia, desde el comercio de armas hasta la deslocalización de empresas para aprovechar la disponibilidad de mano de obra en condiciones de esclavitud —por señalar solo los casos más extremos— en un comercio internacional donde priman las asimetrías y la concentración económica.
Desde el cooperativismo, creemos que el comercio puede ser una forma de cooperación humana que promueva la paz en la medida en que sea canalizado por empresas que estén al servicio de las personas, en carácter de productoras y consumidoras. Estamos convencidos de que una parte sustancial de nuestras acciones por la paz positiva debe estar orientada a multiplicar el comercio internacional gestionado desde las organizaciones cooperativas.
Los vínculos comerciales sostenidos desde la cooperación, que estrechen las relaciones de reciprocidad entre hombres y mujeres de distintas naciones en su calidad de productores y consumidores, son la mejor amalgama para construir relaciones pacíficas entre los pueblos.
Responsabilidad social cooperativa por la paz
Si incorporamos a la paz como un valor y el comportamiento pacífico como principio, razonablemente, deberíamos incorporarla en nuestros balances de responsabilidad social cooperativa y medir cuál es el aporte que estamos realizando desde nuestra empresa en ese sentido. Ese aporte debería ser correctamente evaluado y valorado en nuestros reportes como parte de la rendición de cuentas frente a los asociados.
Para que un balance tenga efecto real en el desempeño de nuestra empresa es vital que esté sostenido en compromisos con la paz positiva que sean auditables. Por ejemplo, compromisos explícitos por parte de las cooperativas de ahorro y crédito de no financiar ninguna actividad vinculada a la industria de armamentos o compromisos de las cooperativas de consumo de no comprar bienes que sean producto del trabajo esclavo y de poner a disposición recursos humanos o financieros a tareas de voluntariado vinculadas a la crisis de los refugiados o a esfuerzos de consolidación de la paz posconflicto.
Monitor de Acciones por la Paz
Retomando lo dicho inicialmente sobre la necesidad de un inteligente esfuerzo de comunicación que señale las potencialidades de la Identidad Cooperativa para la construcción de paz positiva, proponemos discutir la organización de un Monitor de Acciones por la Paz de la ACI, que refleje las acciones y declaraciones del movimiento cooperativo en todo el mundo. De esta manera mejoraría el nivel de conocimiento sobre el aporte de las cooperativas a la Paz positiva y se facilitaría su vinculación con los organismos multilaterales.