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Aportes a la Sesión 4.3: Vivamos nuestra Identidad Cooperativa con mejor seguridad alimentaria

Desde Cooperar, Confederación Cooperativa de la República Argentina, opinamos que el movimiento cooperativo global debe ser un activo participe de los Grupos de Soluciones y de los Compromisos de Actuación, entre otras iniciativas convocadas desde Naciones Unidas en el marco de la Cumbre 2021 sobre los Sistemas Alimentarios, como continuidad de lo planteado en el Documento de Recomendaciones de la ACI para dicha Cumbre (https://www.ica.coop/es/medios/biblioteca/resolutions-and-declarations/recomendaciones-aci-cumbre-sistemas-alimentarios-onu).

Luego de dos años de trabajo, en el marco del evento principal de la Cumbre (noviembre 2021, Nueva York), en su Declaración de Acción “Hacer que los sistemas alimentarios sirvan a las personas, al planeta y la prosperidad”, el Secretario General de Naciones Unidas expresó:

“Ricos o pobres, jóvenes o mayores: todas las personas del mundo necesitan comer. Los alimentos sanos y nutritivos no solo brindan vida y salud, sino también esperanza. Cada día,

miles de millones de personas cosechan, procesan y transportan alimentos al mercado y a

nuestros hogares. Los consumidores eligen qué comer en función de lo que está disponible y accesible. Esta actividad diaria nos afecta a todos y es la base de nuestras culturas, nuestras economías y nuestra relación con el mundo natural. Las mujeres, a menudo los pilares de los sistemas alimentarios, y los jóvenes, nos brindan la nueva esperanza de que unos sistemas alimentarios transformadores nos unan como familias, comunidades y naciones en armonía con la naturaleza.

A medida que nos hemos ido adentrando en la Década de Acción para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, hemos visto cómo muchos de los sistemas alimentarios del mundo eran frágiles y no satisfacían el derecho de todo el mundo de alimentarse adecuadamente. El hambre estaba aumentando de nuevo. Tres mil millones de

personas, casi la mitad de toda la humanidad, no podían permitirse una dieta saludable. La

malnutrición en todas sus formas, incluida la obesidad, estaba profundamente arraigada, lo

que influía negativamente de varias maneras en la salud, la educación, el género y la economía.

Los factores que impulsan la inseguridad alimentaria y la malnutrición, incluidos los conflictos, los fenómenos climáticos extremos y la volatilidad económica, se ven agravados por la pobreza y unos altos niveles de desigualdad.

La pandemia de la COVID-19 hizo que estas tendencias preocupantes se intensificaran. Hasta 811 millones de personas en el mundo padecieron hambre en 2020, un aumento del 20 % en solo un año. Más de 41 millones están al borde de la inanición.

La crisis causada por la pandemia se desarrolla junto con una crisis planetaria que amenaza

nuestro clima y la vida tal como la conocemos. La producción de alimentos y los productores

locales son cada vez más vulnerables a los impactos adversos del cambio climático. El último

informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra, en todos sus escenarios, que se alcanzarán temperaturas de 1,5 °C y 2 °C más que las preindustriales durante el siglo XXI, a menos que las emisiones globales de los gases de efecto invernadero se reduzcan a la mitad en la próxima década.

Al mismo tiempo, según informes recientes, los sistemas alimentarios suponen hasta un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y hasta el 80 % de la pérdida de biodiversidad y utilizan hasta el 70 % del agua dulce. Sin embargo, los sistemas de producción de alimentos sostenibles deben considerarse una solución fundamental para estos desafíos existentes. Es posible alimentar a una población mundial en crecimiento protegiendo además el planeta.

Ante estos desafíos épicos, la ONU reunió a decenas de miles de personas del ámbito local al mundial en el viaje de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios. Gracias a su liderazgo, la convirtieron en una «Cumbre de los Pueblos»; con sus propuestas de acción, la han convertido en una «Cumbre de Soluciones» para lograr que los efectos transformadores de los sistemas alimentarios permitan alcanzar los ODS para 2030. A lo largo de este proceso, los gobiernos y las partes interesadas encontraron nuevas formas de trabajar conjuntamente para dar así un nuevo impulso al diverso y rico ecosistema del escenario multilateral”.

En el marco de la Sesión 4.3. Guilherme Brady (Director de la Unidad de Agricultura Familiar y Alianzas con la Sociedad Civil de la FAO de la División de Asociaciones y Colaboración con las Naciones Unidas; y responsable de la secretaría conjunta de FIDA y FAO para el Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar) comentó la importancia de esta Cumbre y valoró el aporte que las cooperativas pueden realizar al cumplimiento de sus objetivos.

Durante la sesión también se compartieron inspiradoras experiencias presentadas por Simona Cavazzutti (Conpacop, Paraguay), Seunghyun Cho (NACF, Corea), Toru Nakaya (JA Zenchu, Japón) y Aline Mugisho (I-Youth, Nigeria).

A partir de todas estas experiencias, en el marco del memorando de entendimiento firmado por ACI y FAO (https://www.ica.coop/es/sala-de-prensa/noticias/movimiento-cooperativo-renueva-su-vinculo-fao-encuentra-fida), con el protagonismo de ICAO y de las distintas redes del cooperativismo agropecuario (en particular, en la Regional de las Américas, de la Red de Cooperativas Agropecuarias de las Américas, presidida por Cavazzutti), el movimiento cooperativo puede tener una decisiva acción que contribuya a la imprescindible transformación del sistema alimentario que requiere el cumplimiento de gran parte de los objetivos de desarrollo sostenible.

Marco conceptual

Para esta tarea, el cooperativismo debe poner eje en la potencialidad de su modelo empresarial, es decir de la Identidad Cooperativa, para democratizar el sistema alimentario, de manera que los productores, los consumidores, los trabajadores y la comunidad sean activos participes de la transformación requerida por los ODS.

Ello en línea con lo propuesto por Ariel Guarco, en su libro Principios Cooperativo en Acción, Capítulo “Democratizar el sistema agroalimentario”. Allí, bajo el título “Construyendo democracia alimentaria desde los territorios” expresa:

“Es necesario analizar y repensar la problemática alimentaria desde la realidad de cada comunidad, con su ecología y con su cultura. Revisar nuestra forma de consumir exige un cambio cultural que debe comenzar por relacionarnos de otra forma con el entorno. La alimentación es nuestro vínculo más directo con el territorio. Replantearnos la forma en que nos alimentamos es también replantear nuestra relación con la naturaleza, de la que formamos parte como seres vivos. La brutal disociación entre territorio y consumo que provoca la globalización del sistema alimentario está en el centro de los problemas.

Para revertir esto, es necesario que toda la comunidad asuma el problema de la relación entre alimentación, producción y ambiente. La soberanía alimentaria no puede limitarse a una agenda del Estado con los pequeños agricultores. Poner sobre sus espaldas la tarea de cuestionar y transformar un sistema que nos afecta a todos es injusto, desproporcionado y claramente insuficiente (…).

Las cooperativas deben sumar una mirada estratégica que incorpore el objetivo de democratización del sistema agroalimentario y tienen que hacerlo en diálogo con todos los actores del territorio: familias, productores, pymes, trabajadores, comerciantes, hombres y mujeres de cada nación y cultura que están crecientemente preocupados por su salud y la salud del planeta.

Nuestra generación tiene la responsabilidad de construir un sistema que garantice alimentos sanos y nutritivos para todos. Esta responsabilidad no puede ser delegada a un sector económico y, menos aún, a las empresas de la economía concentrada. La respuesta está en una mayor densidad democrática y en más empresas que representen los intereses y las necesidades de cada uno de nosotros”.

Democratización del sistema alimentario y transformación hacia la agroecología.

Esta democratización del sistema alimentario, es el principal aporte que puede realizar el movimiento cooperativo al proceso de la transformación que requiere el desarrollo sostenible.

A partir de esta democratización podrán construirse los caminos más adecuados hacia sistemas alimentarios que cuiden la salud y el planeta, que garanticen seguridad y soberanía alimentaria, que incluyan un enfoque sistémico, una mirada multidisciplinaria y, sobre todo, la participación y acción de todos los actores presentes en cada territorio: productores, consumidores, trabajadores, comunidad. 

Las cooperativas y sus organizaciones de integración pueden realizar significativos aportes desde la democracia y el compromiso con la comunidad, por ejemplo colaborando en procesos de transición hacia la agroecología, siempre en el contexto de cada ecosistema y de cada realidad socio cultural, en diálogo con las distintas organizaciones y movimientos sociales vinculados con el tema, como por ejemplo el movimiento internacional Vía Campesina, y con los distintos sistemas nacionales de innovación tecnológica.

En términos del debate sobre la Identidad Cooperativa, debe discutirse cómo incorporar a nuestros valores la preservación de los distintos ecosistemas para las generaciones futuras, y cómo dialogan, consecuentemente, los principios cooperativos con los principios de la agroecología.

Alimentación, salud y cooperativas

Desde los organismos internacionales se viene impulsando desde hace muchos años la necesidad de esfuerzos de cooperación entre los gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y sector empresario para dar una respuesta articulada a los problemas de la alimentación y la salud.

Antecedentes significativos en este sentido son la Declaración de Roma, aprobada en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, de 2014. Allí estos los ministros y representantes de los Miembros de la Organización de la FAO y la OMS, se comprometieron, entre otros temas a “promover sistemas alimentarios sostenibles mediante la formulación de políticas públicas coherentes desde la producción hasta el consumo y en los sectores pertinentes para proporcionar acceso durante todo el año a alimentos que satisfagan las necesidades nutricionales de las personas y promover una alimentación saludable, diversificada e inocua”.

En un sentido similar se había expresado la OMS en su Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, aprobada en su Asamblea de 2004, donde señalaba la importancia de garantizar alimentación saludable y actividad física para reducir las enfermedades no transmisibles, principal causa de mortalidad y morbilidad a nivel mundial.

Allí se planteaba la necesidad de estrategias globales, regionales, nacionales y locales vinculadas a articular los temas alimentarios y de salud, con la participación de las múltiples partes interesadas, los gobiernos, la sociedad civil y las empresas del sector privado, e invitando a la cooperación internacional para el “desarrollo, el ensayo y la difusión de modelos para la participación comunitaria que abarquen la producción local de alimentos, la

educación nutricional y física y la sensibilización de los consumidores”.

Las cooperativas, por ser organizaciones de la sociedad civil que han organizado empresas para satisfacer las necesidades comunes de sus asociados, y como organizaciones que responden a distintas partes interesadas (consumidores, trabajadores, productores, comunidad), se encuentran en óptimas condiciones para contribuir a un trabajo de carácter territorial y multiactoral, orientado a la transformación del sistema agroalimentario que requiere la salud de las personas y del planeta.

Trabajo desde los territorios

A partir de este marco conceptual, nos parece que un aporte clave del cooperativismo a este proceso es el trabajo territorial y multiactoral, impulsado desde nuestras organizaciones de productores, consumidores, trabajadores y usuarios, y orientado a la transformación de los sistemas alimentarios locales.

Estas iniciativas podrían aportarse y debatirse en varios de los Grupos de Soluciones convocados por la ONU, como por ejemplo “Promoción de políticas, planificación y gobernanza de sistemas alimentarios integrados”, “Fortalecimiento de desarrollos territoriales sostenibles”, “Enfoques integrados para sistemas alimentarios resilientes”, “Fortalecimiento de la gobernanza territorial” y “Gobernanza de los sistemas alimentarios”, entre tantos otros (Ver https://foodsystems.community/es/game-changing-propositions-solution-clusters/).

Para ello, desde Cooperar, ponemos a disposición la experiencia de nuestras organizaciones de cooperativas agropecuarias, de consumo, de electrificación rural y de financiamiento, entre otras, así como la experiencia de la Red de Municipios Cooperativos, impulsada por Cooperar, que ha firmado recientemente un convenio con Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la agroecología (RENAMA).

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